25 sept 2017

MIS TIAS LAS ZANATAS

No hay texto alternativo automático disponible.


Por Roberto C. Ordóñez
El editorialista de “La Tribuna”, con su acostumbrado buen humor, apoda a las misiones del Fondo Monetario Internacional (FMI), aves agoreras y sus tías las zanatas.
Para despejar la incógnita de quienes eran tales tías, y distraer a los lectores con otro tema distinto el de las elecciones de San Luis y el zipizape entre los dueños de las escuelas bilingües y el ministro que ya aburren me referiré al libro “Mis Tías las Zanatas” del escritor don Marco Antonio Rosa (1899-1983) tegucigalpense de abolengo.
Recuerdo a don Toño atendiendo su negocio en el centro capitalino, primero en un local frente a un banco y después en un edificio propio construido frente a otro desaparecido banco. El negocio con el mismo nombre todavía funciona en el bulevar Morazán atendido por la misma familia.
Don Toño, blanquísimo y siempre elegantemente vestido, caminaba por la ciudad visitando amigos y colegas comerciantes, así como a banqueros del vecindario.
Además de escribir varios libros, semanalmente publicaba en el Diario El Día su divertido “Jueves Jacarandosos”.
En el libro “Mis Tías las Zanatas” se refiere a sus tres tías: Pulqueria (“la bachillera”), apodada así por ser la primera señorita graduada de bachiller en el Instituto Central; Maclovia y Plácida.
De las tres hermanas solo una contrajo matrimonio con el coronel Ángel Verdugo. Las otras dos se quedaron para vestir santos y para mantener al coronel quien era alérgico al trabajo. Su apodo no lo debían al color de su piel, pues según don Toño eran de color aceitunado. El mal nombre se debía a que iban a misa de cinco de la mañana vestidas de negro, como el plumaje de los zanates.
Eran cascarrabias y la bachillera además mandona y regañona.
Pulqueria era la jefa del clan por ser la más inteligente, con el carácter más fuerte
y más emprendedora. Además de atender su pulpería cocinaban mondongo y nacatamales para vender los jueves y domingos. Horneaban ricas cemitas y pan de yema.
Las tías trabajaban de sol a sol ayudadas por mujeres que para ser contratadas debían ser señoritas sin mácula, ni siquiera manoseadas por algún cuilio de la Policía o un chiriso del Cuartel de San Francisco.
Cuenta don Toño que por ser un niño travieso e inquieto, su madre lo mandó como especie de exiliado a Olancho, a la casa solariega de unos parientes. Cuando volvió del exilio fue a vivir con sus tías, ganándose su comida y alojamiento ayudando en las labores caseras, entre otras y la que más le repugnaba, lavar las tripas de vaca para cocinar el mondongo.
En una ocasión obtuvieron un préstamo de don Próspero Inestroza e invirtieron todo su capital en la compra de una gran cantidad de sal blanca como la nieve, mandando al niño Toño a proponerla a las locatarias del mercado Los Dolores, no pudiendo el bisoño comerciante vender ni una libra, debido a que la gente decía que la sal muy blanca no “endulzaba” la comida; que para darle gusto y sazón a los alimentos preferían la sal morrena.

En consejo de familia, “la bachillera” les dijo que la dejaran pensar, que ella encontraría la solución para vender la sal almacenada en el amplio zaguán de la céntrica casona y fue así como nació la idea de revolver la sal con tierra, para lo cual pusieron al niño Rosa y Apolonio, un negrito contratado como sirviente, a deshacer adobes a garrotazos para mezclarlos con la sal. El truco funcionó. La gente hacía fila para comprar la sal terrosa inventada por la “bachillera”.
El mozalbete Rosa acompañaba a su tío político Verdugo a pescar con dinamita al río Grande en la zona de Loarque, pasado frente a la casa y despacho del presidente, doctor Francisco Bertrand, ubicada al sur este del valle de Toncontín.
Su padrino Policarpo Bonilla una vez le regaló dos pesos chilenos, que circulaban libremente junto a pesos mexicanos, soles peruanos, libras esterlinas y dólares. No existía el Banco Central ni el FMI.
¡Quién podía pensar que un siglo después las aguerridas tías de don Toño se asimilarían a las misioneras del FMI, que son regañonas; les encanta aconsejar que suban los impuestos y devalúen
La Tribunahn.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

GRACIAS POR EL INTERES A NUESTRA INFORMACION